-LeónGieco-

3 de septiembre de 2011

Despedida a lo que supe ser


Que tu vida sea poesía. Eso es lo que deseo encuentres en tu camino. Que aprendas a dejar atrás lo que merece formar parte de tu pasado, que lo mires con cariño, pero que no guardes rencor por aquello que allí queda. Que fijes tu mirada en lo que tienes ahora, que es infinito. Que valores tu día, tu sol, tu sonrisa; la de hoy, la de ahora. Que entiendas que fue un acto egoísta que me ayudó incesantemente a crecer. Que no hay momento más puro e importante para mí que éste, en el que estoy dejando fluir lo que soy, lo que quiero para mí; en el que estoy haciendo realidad el sueño que siempre tuve en mi mente; que esta vez es real, está plasmado en hechos; ahora soy quien soy gracias a que me quiero y me respeto, antes que vos, que él y que cualquier otro. Enorgullécete de lo que en mí se formó, a pesar de que creas que no te beneficia. Olvida las desdichas de aquel día. Pero si es necesario, ódiame, aborréceme, demuéstrame cuánto te he lastimado, que lo entenderé, pero eso no me hará cambiar de opinión; seduce a mi culpabilidad, pero ten por cierto que esta vez no se dejará vencer ante los ojos de tu lástima. Y recuerda que es más inteligente quien calla, quien demuestra que nada hay, que nada siente; recuerda que no hay nada más duro que la indiferencia. Si de verdad quieres destruirme, practícala, y me verás impaciente. Me verás desdichada, ojerosa y preocupada.
Centra tu mirada, amiga mía (sólo te llamo así en mi mente, jamás dejarías que lo diga otra vez), en lo que sonrisas te da, y no en la insulsa persona que te demostró frialdad. Estoy preparada para significar nada en tu vida, y me alegro de que eso puedas lograr. Te felicito por ello. La culpa a mí no ha llegado, y creo que no lo hará en los días venideros. Aunque parezca estúpido, estoy feliz por mí. Por ti aún no. Sólo demuéstrame que no te importo. Que resulto innecesaria en tus días, y me enorgulleceré de haberte conocido. Ódiame de la manera más vacía que encuentres en tu expresión, y sólo en ese momento comenzaré a quererte otra vez. Pero no esperes que vuelva. No esperes que quiera darte explicaciones, porque cuando intenté hacerlo te pusiste primero; como yo lo hice, como debes hacerlo. Debo admitir que no te necesito; me necesito más a mí, a mi integridad y a mi respeto.
Continúa con ese intento de virtud: Eres tu todo; eres lo único que siempre tendrás. Cuídate más que a quienes te rodean. Haz lo que te haga feliz sin que importe, verdaderamente, lo que digan de ti, a quien lastimes, a quienes hieras. Porque nunca te abandonarás a ti misma, y eso no tiene precio alguno.
Por favor, toma las lecciones que te doy sin ningún guardapolvo blanco, ni uniforme, ni autoridad. Toma las lecciones en las que debes curtir tu piel y tu cerebro. Toma nota de lo que te recomiendo: Nunca sigas los consejos de quien parece quererte. Sigue los consejos de alguien antes de que el amor aparezca. Escucha los pasos sinceros de un desconocido con buenas intenciones. Escucha las voces de la calle. Y las de tus caminos interiores también; las de tus venas; tu trafico. Escucha tu voz. Lo que tú quieres de verdad está lejos de lo que estás viviendo, lo sé. Pero no hay sueño inalcanzable, sino sólo aquel que no podamos soñar.
Para mí soy yo. Para ti debes ser tú. Sólo inténtalo y entenderás cómo se siente. Odiarás tu dicha por ser tan profunda. Amarás tu corazón por latir tan equilibradamente, tan espontánea y tan perfectamente. Y a tu mente por trabajar en tu favor. La mente, el cuerpo y el espíritu aprenden a estar en sintonía cuando reciben el amor que merecen. Nadie más que uno permite que ese amor les llegue, y nadie más que uno se preocupa por recolectarlo.
Te beso. Te beso la frente con lo que de mi boca sale. Te beso las ideas con una caricia. Te besaría la piel. Te besaría la piel muerta. La piel exhausta. El frío.
Te besaría los dulces gestos de despedida. Te encontraría en el más profundo de los goces. Y allí (sólo allí) serías maravillosa: El día que me seas indiferente; que no me odies ni me ames; que no me quieras ni me aborrezcas. Simplemente el día en que sea tu nada. Tu cero a la izquierda. El día que no sea para ti.
Abrázame fuerte. Jamás volveré a verte así, lo sé. Jamás volverás a verme como lo que pensaste que era. Jamás. Seré quien elijo, lejos de ti. Porque es lo que quiero ser, es lo que quiero vivir. Es mi vida la que se aleja de tu camino. Y a pura voluntad.
Nunca me gustaron las despedidas. Pero debo decir que es la primera que disfruto. No porque te vayas, sino porque viene hacia mí más amor que el que me dabas; más respeto y valor que el que sentía en tu saludo.
Y lo único que me carcome es pensar que aquel primer error lo cometí yo, sabiendo que nada sería lo mismo después. Desde ese momento supe que nunca remediaría del todo mi culpa. Y no lo hice. Alejarme me servirá para extrañarte y fingir que creo ser una estúpida por haberte perdido, pero en el fondo me dará la misma felicidad que ahora recibo de los brazos de mi propio corazón (incomparables abrazos, por cierto).
-Laura Suárez - (03/09/11)


2 comentarios: