-LeónGieco-

4 de junio de 2013


Son estos los momentos en que digo “mamá tiene razón, nunca sirve guardarse las cosas”. Pero no me lo creo. No me convenzo. Sigo en mi espiral hacia adentro, ahogándome todos los días, martirizándome, nadando en mis propias lágrimas por no saber hablar; ni a vos, ni a nadie. Me guardo los pensamientos para mí, para no preocuparlos, para no entrometerlos, para no cargarlos de mis problemas, porque creo que no lo merecen. Simplemente merecen mi mejor parte, una sonrisa, un abrazo, una ayuda, un consejo, un oído, siempre lo mejor, pero no lo peor de mí. No me creo capaz de soportar verlos sufrir por llenarlos de mi negatividad, decepcionarlos (qué palabra tan pesada, decepción). Que me crean fuerte, y se den cuenta que en verdad no lo soy, soy más frágil que un cristal. Eso me dolería. Que sepan mis secretos más profundos, mis dolores, que todas las noches lloró porque no lo tengo cerca. Que esta situación es peor  a que se haya muerto porque es posible, pero a la vez no. Porque te cierra puertas que sabés que algo esconden detrás, que te imposibilitan
Pero no importa cuántas veces lo escuchen mis oídos, no importa cuántas veces lo griten sus gargantas, creo que no hay manera de hacerme entender eso. Hay cosas que jamás voy a poder decir, porque en mi cabeza tienen mucho más sentido que cuando lo transformo en palabras, destino de mis pensamientos que creo que no los manifiesta como en verdad son. Lo que pueda llegar a decir jamás se va a siquiera acercar a todo lo que pienso, a todo lo que siento, lo que relaciono. Por eso me parece vano hablar, porque no me lleva a ningún puerto. Prefiero estar sola, aunque sé que no es lo que quieren para mí. Pero creo que aquí no hay nada que solucionar, sino simplemente dejar que pase el tiempo y que duela menos, y tratar de vivir con este inmenso dolor.
Lo que más me importa ahora es que te extraño. No me refiero a que te quiero conmigo, sino a que no te entraño. Te extraño, te saco, te elimino, te expulso, te quiero fuera de mi vida, lejos, lo más lejos posible. Y no sólo ahora, para siempre, lejos, muy muy lejos. Eternamente lejos, no quiero que te acerques, porque sé que voy a darte la espalda otra vez. No quiero que leas esto tampoco porque eso haría que dejes de buscarme, y en este momento necesito saber que me estás buscando para sentir amor, para sentir que me querés, aunque sé que eso no es así. Te odio tanto, con lo más profundo de mi ser, me hacés llorar cada noche creyendo que sos importante, que te necesito, que necesito tu figura en mi vida, pero no es así. Solamente quisiera que todo hubiera sido distinto para poder ser un poco más feliz y para haber podido tomar mejores decisiones. Me quitás el hambre, el sueño, la alegría, la energía: todo eso que necesito continuamente  para estar bien, todo lo que siempre necesité para sonreír cada mañana. Ya ni siquiera siento el sabor de la comida de mamá por tener la nariz tapada por llorar. Sinceramente, me gustaría que algún día leas esto, si llego a morirme mañana, porque son cosas que jamás pude ni voy a poder decirte en la cara, ¿y sabés por qué? Porque te tengo un indescriptible MIEDO. Sos como miles de payasitos del juego del miedo que me acechan de día, de noche, con lluvia, con sol, con nubes, cuando estoy  de lo más feliz, cuando estoy de lo más triste: sos el fantasma de mi vida.

1 comentario:

  1. Iba a venir derecho a comentar: yeaaaah you're back. Pero me frené al leer la primera oración. Voy a ponerme positiva y decir, por lo menos escribe algo. Desahogate. Como sea. Sabes que todo esto va a pasar? y solo va a ser un mal recuerdo. Es solo cuestión de poner las cartas sobre la mesa y adultarse. Te amo hermana. Siempre, y nunca, nunca nunca va a ser algo malo escucharte. Estamos en las buenas y en las malas. Siempre. Que eso te quede claro mujer!

    ResponderEliminar